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Con el mazo dando, aunque cueste

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Esperando con tu nieto que salte la rana. Manera tropecientos doce de dar con el mazo para superar el verano...

Esperando con tu nieto Luis a que salte la rana: manera tropecientos doce de dar con el mazo tras rogar a Dios que pase este verano…

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Se te ocurre destacar con cierta ilusión que a las seis de la mañana de este 31 de julio de 205, el saliente de Madrid se presentaba nimbado de nubes grises. Te asomaste, te acodaste en el balcón. Parece mentira, pero lucía bonito, contraluz de ciudad elegante. Temperaturas presentables. Era como si el azote africano de este verano hubiera relajado su intransigencia.

Aspiraste profundamente la última reserva del viento de la noche.

Al atardecer anterior, por ese cerro goyesco hoy llamado Parque de San Isidro que raramente frecuenta la beautiful people madrileña, saliste a dar un paseo con tu amiga Begoña por no perder contacto con la realidad. Era el tuyo un andar cauteloso, entreverado de dolores de espalda, de pasos algo torpes, de conversaciones que esbozabas en dos pinceladas y se te quedaban interruptas, porque estás y no estás, a veces te aúpa una arcada, a ratos te plancha el parche de morfina. Llevabas un jipijapa para proteger tu calvicie de los últimos rayos solares, que al parecer acentúan los efectos de tu última radioterapia. Averías del cuerpo por todos los frentes. Estabas contando algo y de repente la frase se te encasquilla para recordarte que hasta hace e bien poco no estabas tan agilipollado…

Debe de ser también cosas de la edad. El caso es que te sientes privilegiado por no ser ministro, ni premio Nobel, ni Florentino Pérez, ni Villar Mir, ni comunicador, ni Ada Colau, Te felicitas por ser un completo irresponsable. Un turista antiguo con bastón y sombrero de paja que vadea el verano con la curiosidad de saber si a pesar de las contrarieades conseguirá conectar con la alegría que esta estación inspira en las multitudes. Y basta.

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Tratas de observar, anotar y dar fe de vida de esta otra clase de verano por la que transitas ahora. Tienes amigos, parientes y conocidos más o menos tocados. Amigos de los que hace meses, o incluso años, sin saber nada, te mandan un correo para darte ánimos: Alfredo G. Maté, compañero de mili, también ex maratoniano y superviviente de un cáncer, Carlos Luqui, un navarro compañero de coro, que te envía oraciones y recuerdos, como Tina, como Cristina Palau, o Inés, o Rosario o Belén Agosti o como Pembertom y muchos otros a los que se te olvida agradecérselo, por tu tradicional desorden mental…

Sales a la calle poco, a por el pan o a por el melón, y siempre se te van los ojos detrás de la sombra de una chica en flor. Tú inasequible al desaliento, sacando pecho, que es como menos te castiga la espalda.Tienes que caminar como un major del ejército inglés en La India.

Algunos de tos amigos con suerte están navegando, o en grandes viajes, o en un grato retiro. Otros, anclados en casa por culpas de fracturas-tu nuera Sofía o tu amigo Javier A.V., o Temari –¡ay lo que ata la falta de movilidad!- Manuel Gasset lleva hospitalizado más de dos meses a causa de un páncreas que es como una hidra de mil cabezas y se resiste a dejar de combatir. Finalmente, unida por lazos aún más estrechos y también en el club de los tocados por el cáncer, esta noche tu querida cuñada Belén, las más sensible y finamente humorada de todas ellas- con la que hace un par de días mantenías una larga conversación sobre el arte de sobrevivir con sentido del thumor , ha sido afectada por un derrame cerebral. Te preguntas cómo con la gestión de lo que lleva encima al Señor le dará tanto para tanto tajo.

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Terapia de evasión por el recuerdo. Veraneo de Arenas de San Pedro, tal día como hoy, podías estar jugando al clavo en el jardincillo del Hotel Lourdes mientras por la cuesta que asciende desde el pueblo renqueaba el autobús de Gredos Auto y los cuatro amiguetes jugábamos a adivinar por el ronquido del motor y el ritmo de los cambios el modelo de que se trataba.

-Ea el Chato.

-Es el Ford

-Es el que va por Talavera.

Luego, por la tarde, caminata al Charco Verde con amigas y hermanas mayores y baño con bocata de pimientos fritos para regresar cantando. Planazo.

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Veraneo en la playa de Somo, cinco años más tarde. Llovería, o caería sirimiri, orvallo, orbayo (de ambas formas lo has visto escrito en Asturias), calabobos…Daba igual, ¿para qué bañarse cuando entonces erais dueños de tanto verano? Salíais del Puntal y caminábais hasta Loredo chapoteando entre los charcos que hollaba la marea mientras buscabais tesoros que arrojaba el mar: juguetes, objetos perdidos, navajas olvidadas por los pocos bañista de entonces, pelotas. Y, sobre todo, aquellas bolas de vidrio que se escapaban de las redes de pesca y que daban a cualquier rincón marinero un toque de Zubiaurre.

A Dios   rogando y con el mazo dando. Aprovechas que hoy te asisten las fuerzas para volver a la casa de Candeleda. Se comenta que el joven Luis ha echado dos o tres pasos seguidos, y ha descubierto un par de ranas alrededor de la fuentecica que le tienen loco. Y habrá luna gorda, no sabes si llena o azul. Será la última pastilla que te administres este día para seguir pactando con la buena voluntad de vencer el dichoso verano.



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